martes, 4 de octubre de 2022

Bulletproof

Cuando las palabras juegan a las escondidas y se asoman desde rincones impenetrables, burlonas, no hay mucho para decir. 

Cuando no hay palabras en las manos, ni en la lengua, ni en el cuero cabelludo, ni debajo de las uñas, sólo queda crearlas dentro: en las tripas, en los tímpanos, en los sesos; devorarlas desde las entrañas, masticarlas con salvajismo, escupir el amargor de sus viscosidades.

Cuando las palabras se muestran desafiantes, desde íntimos recovecos, proponen una guerra. Los versos llegan como balas que se incrustan en el cráneo y la historia penetra el corazón con tanto impulso que lo hace estallar en certeza.

La palabra convertida en bala puede ser como el rayo que ilumina la noche más sombría mientras destroza todo a su paso. La creación y la destrucción entrelazadas en un mismo acto. La luz y la más aterradora oscuridad conviviendo en el mismo átomo. La vida y la muerte besándose en secreto, en escondites simétricos casi imperceptibles al ojo (in)humano.

¿Cuántas balas y rayos soporta un cuerpo hasta empezar a ver?


Imagen: Pexels.
Texto: Lourdes Mariel Sánchez Hirsch.


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